La “reutilización creativa” de las piedras nurágicas siempre ha sido un hecho bastante habitual. Se ha repetido a lo largo de la historia cuando se construyeron lugares de culto y edificios civiles utilizando bloques prefabricados y toscamente cuadrados provenientes precisamente de los nuraghi o de alguna tumba de gigante; o cuando incluso estructuras de la Edad del Bronce se utilizaron como cimientos para edificios erigidos en períodos posteriores (la “Casa Zapata” en Barumini es un ejemplo). Este sistema probablemente alcanzó su punto máximo en 1820, cuando el Rey de Cerdeña Vittorio Emanuele I emitió el famoso “edicto de los chiudende”, que introdujo efectivamente la propiedad privada, permitiendo el cercado de tierras que hasta entonces, por antigua tradición, eran de propiedad común. Esto llevó a una demolición y reutilización más o menos sistemática de las antiguas piedras que inspiraron estos versos de Melchiorre Murenu: “Tancas serradas a muru, Fattas a s’afferra afferra, Si su chelu fit in terra, che l’aian serradu puru” (“Tanques cerrados hechos con muro para agarrar agarrar; si el cielo estuviera en la tierra, también lo habrían cercado”). Numerosos menhires presentes en nuestro territorio no han escapado a la “reutilización creativa”, a veces utilizados como bancos, otras veces probablemente para facilitar el cruce de un arroyo. Finalmente, nos gusta presentar la imagen de un gigante derribado por el tiempo y los elementos, sin ninguna intervención concebible por la mano del hombre, capturada en una toma por Sergio Melis.
Las fotos de “Su Nuraxi ‘e Cresia” utilizadas como cimiento de la “Casa Zapata” y cerca de “Su Nuraxi” de Barumini son de: Pietrino Mele, Nicola Castangia y Romano Stangherlin.