“El nuraghe ‘S’Ulimu’ (Ulassai), que se eleva espléndidamente hacia el cielo con su poderosa torre, indiferente al paso del tiempo, se levanta en la llanura de ‘Genna ‘e Pauli’, un lugar rico en arroyos y manantiales… El monumento fue construido con grandes bloques de caliza de la zona circundante… in situ, el architrave es visible, midiendo casi 2.50 metros de longitud… Al este del nuraghe, son visibles los restos de un pueblo, que consiste en cabañas circulares dispersas entre la vegetación del área circundante…”

Al leer este pasaje del folleto “Siti archeologici d’Ogliastra”, editado por la arqueóloga Caterina Nieddu, y compararlo con la foto de Andrea Mura-Nuragando Sardegna y Gianni Sirigu, su poderosa estructura es sorprendente, especialmente el tamaño del architrave, que debería pesar entre 50 y 60 quintales.

Las preguntas consecuentes son obligatorias y se refieren, en general, a la mayoría de las estructuras nurágicas: ¿cómo transportaron y posicionaron nuestros antepasados estos enormes monolitos, y por qué quisieron “complicarse la vida” eligiendo proporciones tan grandes?

Si algún día logramos descubrir qué función o funciones sirvieron los nuraghi, la pregunta finalmente encontraría, probablemente, la solución esperada.