Me encontré con esta tabla, si no me equivoco publicada en 2016, que indica las dataciones presumidas de los enterramientos en el sitio de Monte ‘e Prama. A partir de las dataciones, se podría afirmar sucintamente que se trataba de personas que vivieron durante el período nurágico y (quizás) con alguna presencia fenicia esporádica.Aparte de considerar, como se menciona a menudo, (y confirmado también por las palabras de Dimitri Baramki, conservador del museo de Beirut), que “la raza fenicia” surge solo después de la conquista de la tierra de Canaán por los Pueblos del Mar que “formaron familia” con los cananeos (lo que podría apoyar la hipótesis de los fenicios entendidos como “emigrantes que regresan”), la misma tabla recuerda una publicación anterior que reproduciré a continuación:En 2006, el profesor Francesco Cucca escribió que “En Cerdeña hay una considerable variabilidad genética entre individuos, pero no hay una heterogeneidad genética significativa en la distribución de esta variabilidad al comparar las principales macro-regiones de la isla. El hecho de que macro-regiones como Barbagia no difieran significativamente de regiones costeras como el área de Cagliari u Oristano indica que la contribución genética de las diversas poblaciones que han ocupado Cerdeña, fenicios, púnicos, romanos, bizantinos, etc., ha sido esencialmente marginal.”Durante una conferencia pública celebrada en noviembre de 2009, el profesor Cucca también afirmó que “hoy, por diversas razones, la población sarda es la más estudiada del mundo desde una perspectiva genética, también gracias a financiamiento del extranjero y algunos institutos americanos. ¿Qué sabemos sobre los sardo? Son un pueblo muy antiguo, cuyo ancestro común, bastante numeroso, data de hace aproximadamente 20,000 años. Los sardo son de origen europeo, pero se diferencian de estos pueblos en términos genéticos, ya que presentan afinidades con ellos, pero también algunas singularidades.”Los estudios sobre genética desacreditan cualquier forma de localismo entre los sardos: todos tienen los mismos ancestros y son descendientes del pueblo nurágico. Hace alrededor de 14,000 años, la población de Cerdeña se expandió demográficamente, una expansión que es significativamente mayor que la de otras poblaciones europeas. Esto confirma la importancia de Cerdeña durante ese período. En conclusión de la investigación subsiguiente realizada por el profesor Cucca, junto a un gran equipo internacional y publicada en agosto de 2013 en la prestigiosa revista americana “Science”, afirmó que “el patrimonio genético de los sardos contiene la totalidad de lo que se encuentra en todos los demás europeos”. En última instancia, se puede argumentar que las teorías más populares, que favorecen la dirección Este-Oeste en las migraciones de las poblaciones mediterráneas, deberían ser fundamentalmente reconsideradas. Esta tesis encuentra una mayor confirmación en estudios sobre el origen de los minoicos (cretenses) realizados por un equipo de genetistas, incluido el profesor George Stamatoyannopoulos de la Universidad de Washington en Seattle, publicados en la revista “Nature Communications”. De estos estudios, también citados en la página de Science de “Corriere della Sera” en mayo de 2013, se desprende particularmente que los minoicos son originarios de Europa y muestran similitudes significativas con los sardos.Uno de los conceptos que surgen de estos importantes estudios genéticos es que la identidad “núcleo” de nuestro pueblo se origina en períodos anteriores a las diversas “colonizaciones” o “conquistas” que han ocurrido a lo largo del tiempo. Desafortunadamente, estos períodos han sido poco investigados, dejándonos con importantes testimonios materiales que a menudo son olvidados y trivializados. Un patrimonio compuesto por miles de domus de janas, menhires, dólmenes, tumbas de gigantes, pozos y fuentes sagradas, y especialmente de los más de diez mil nuraghi que salpican toda la isla: una unicidad global que representa el emblema más evidente de nuestra tierra.
Todas estas consideraciones, ciertamente no insignificantes, conducen a la conclusión lógica de que, en última instancia… ¡simplemente deberíamos reescribir la historia!
En las fotos: El nuraghe Serbissi en Osini (Lucia Corda); La tumba de gigantes Sa Domu ‘e s’Orku en Siddi (Bibi Pinna); La tumba de gigantes de Madau en Fonni (Francesca Cossu); El santuario de agua de Santa Vittoria en Serri (Valentino Selis). En la portada: El palacio nurágico de Santu Antine en Torralba (Bibi Pinna).