Giovanni Ugas escribe en su libro “El Amanecer de los Nuraghi”:
<<…Series de recipientes, a menudo encontrados intactos, pequeñas copas y cuencos que contienen líquidos, atestiguan rituales practicados desde la Edad del Bronce Medio hasta la Edad del Bronce Reciente, dentro del recinto megalítico en forma de arco o herradura, definido como la torre-recinto, de Monte Baranta-Olmedo… la pared arqueada, que tiene dos entradas, una orientada al Oeste y la otra al Norte, talla y separa como un “temenos” (una pared que delimita un área sagrada n.d.r.) un espacio alrededor de un precipicio.La mera presencia del precipicio nos permite comprender la precisa naturaleza sagrada del área “cortada” por el megalítico recinto nurágico curvado de Monte Baranta, ya indicado por elementos de la cultura material. Pequeñas copas y cuencos cónicos truncados diseñados para contener líquidos, con un asa bien desarrollada para facilitar el agarre, encontrados en gran número intactos o casi, y así depositados y abandonados, se concentran en el corredor de la entrada oeste del recinto, lo que significa que el ritual de ofrenda tuvo lugar precisamente “ni dentro ni fuera,”como es apropiado para un espacio de encuentro y separación entre dos mundos. El espacio del patio delimitado por el “temenos” era un lugar prohibido, excepto para quien ofrecía y quien recibía la bebida sacrificial.
Todo apunta a la idea de que en la entrada oeste (frente al mundo sin luz) y en el patio se consumaba el acto sacrificial de los ancianos, habiendo caído en el abismo desde la cima del acantilado, quizás después de haber sido envenenados con cicuta, la bebida que causaba la “risa sardónica,” contenida dentro de las copas.Desde el patio, el mundo de la oscuridad, cortado por la cerca que simboliza el límite del tiempo y la luz, el viejo padre, una vez entrado, ya no saldría. El hijo acompañante podría reingresar por la otra entrada, que desde el noreste conducía a la luz, para renacer en la nueva apariencia de heredero, quizás nuevamente el cabeza de la comunidad.
El tema de la eutanasia conectado con la “risa sardónica” fue abordado previamente por Raffaele Pettazzoni, el principal historiador de las religiones, quien en 1912 escribió en su libro “La Religione primitiva in Sardegna”:<<…Entre los sardos, los ancianos que habían pasado los setenta eran asesinados por sus propios hijos, quienes, armados con varas y palos, los golpeaban brutalmente y los empujaban al borde de profundas fosas como abismos, haciéndolos morir; y acompañaban esta cruel operación con risas inhumanas. Esto nos lo cuentan Elian, Demon y otros; y parece remontarse, recientemente, a Timeus>>.
Las fotos del complejo megalítico de Monte Baranta en Olmedo son de Sergio Melis y Antonello Gregorini.