En el libro de Dolores Turchi “Lo Sciamanesimo in Sardegna” (Newton Compton editori / Edizioni La Torre – 2008), se lee entre otras cosas: “…Sabemos por fuentes antiguas que en Cerdeña aquellos que cometían ciertos robos eran desenmascarados mediante agua, que podía cegarles si no decían la verdad. Este tipo de prueba, practicada después de un juramento, es mencionada por Solinus, quien escribe que en Cerdeña había aguas milagrosas en las que los acusados de robo eran forzados a lavarse los ojos. << Aquellos que niegan bajo juramento haber cometido el robo que se les atribuye deben mojarse los ojos con esas aguas; si dicen la verdad, verán con más claridad, pero si juran falsamente, serán golpeados por la ceguera y, privados del uso de sus ojos, admitirán su culpabilidad. >> Dado que sabemos que no hay aguas capaces de tales milagros, está claro que estas eran manipuladas por individuos hábiles, presumiblemente sacerdotes shamánicos que conocían bien las propiedades de ciertas hierbas. Aquellos que ordenaban este tipo de prueba debían haber introducido sustancias tóxicas en el agua tomada de un pozo sagrado como el de Su Romanzesu, cerca del cual se llevaría a cabo el juicio y la sentencia de los acusados. Estas, dependiendo de la cantidad, podrían causar ceguera, incluso si solo temporal, para inducir a la parte culpable a confesar…”.
Adjunto: el sitio nurágico de “Su Romanzesu” en Bitti en las fotografías de Marco Secchi, Alberto Valdès y Nicola Barbicha Tornello.