Raffaele Pettazzoni (1883-1959), el principal historiador italiano de las religiones, citando a Aristóteles y otros autores clásicos, recuerda una leyenda protosarda donde se “narraba que en Cerdeña una vez vivieron poderosos jefes y los ilustres (Heráclidas) y, después de la muerte, sus cuerpos se preservaron intactos, y aún ofrecían la apariencia de durmientes en lugar de la de los fallecidos. Detrás de esta leyenda encontramos el rito sardo de incubación en las tumbas de los héroes ancestrales, es decir, en las Tombe dei Giganti. Aquellos sardos que realizaban el rito eran liberados de visiones y terrores nocturnos; tanto es así que podían dormir durante cinco días y tantas noches en un sueño ininterrumpido, sin ser conscientes del paso del tiempo” (R. Pettazzoni “la Religione Primitiva in Sardegna”).
Adjunto, las tumbas de gigantes de: Iloi en Sedilo (ph. Bibi Pinna y Diversamente Sardi); Pascaredda en Calangianus (ph. Francesca Cossu); Su Niu ‘e su Crobu o Sa Corona ‘e Crabi en Sant’Antioco (ph: Andrea Mura-Nuragando Sardegna); Paule Luturru en Samugheo (ph. Marco Cocco); Osono en Triei (ph. Lucia Corda).