Del guía dedicado al complejo nurágico de Palmavera en Alghero, publicado por Alberto Moravetti para la editorial Delfino, se reportan algunos extractos sobre las excavaciones realizadas por Antonio Taramelli. Tras completar una campaña inicial de excavación en la necrópolis de Anghelu Ruiu en 1904 y explorar el cercano nuraghe Sa Lattara – una torre única reducida a unas pocas filas – Taramelli decidió excavar uno de los muchos nuraghi que se encontraban en la Nurra de Alghero “y que, al estar cerca del mar, podían ofrecer esperanzas de descubrir, junto a materiales indígenas, elementos de importación antigua.” La elección recayó en el nuraghe Palmavera porque “la posición dominante y al mismo tiempo resguardada del nuraghe, no menos que la grandeza de sus restos, y la relativa accesibilidad desde la carretera provincial, hicieron que ese edificio mereciera mayor atención, por lo que consideré apropiada la elección entre los numerosos nuraghi de la región para llevar a cabo la excavación.” Aunque el nuraghe Palmavera se presentaba entonces como “una grandiosa pila de piedras alteradas,” Taramelli identificó entre las ruinas y la vegetación arbustiva tanto la pared exterior como el extenso pueblo que se desarrolló alrededor del núcleo principal “y hacia la carretera principal y más allá de ella.” La excavación, llevada a cabo por un equipo de trabajadores “ya experimentados” de la excavación de Anghelu Ruiu y dirigida en el campo por el propio Taramelli, asistido por F. Nissardi, duró cuatro semanas y tuvo como objetivo “marcar con precisión los límites de la construcción nurágica y las partes que la constituían, así como la secuencia con la que estas partes habían emergido.” Las investigaciones involucraron la cámara del mastio, el patio, los diversos ambientes del bastión, y solo parcialmente la torre añadida. En la cámara, se encontró un nivel superior con “algunos fragmentos de cerámica de la época española y de carácter hispano-morisco… y algunas monedas medievales” descansando sobre una capa de fragmentos de cerámica de la época romana y púnica. Luego, tras remover “casi dos metros de capa de filtración, se alcanzó el estado primitivo,” con un grosor medio de alrededor de medio metro que exclusivamente produjo cerámica nurágica – a veces con grapas de restauración de plomo – fragmentos de paneles de cobre puro, astillas y objetos de bronce fragmentados (hojas de daga y espada, anillos, alfileres, etc.), ámbar, husos, piedras de moler, morteros, lámparas, adornos de concha, y dientes de jabalí, etc. Casi en el centro de la habitación, cerca de dos asientos contra la pared izquierda, había el hogar donde “aún erguido en posición de uso, se encontraba una gran olla con asas expandibles, fragmentada en el cuello y el borde.” Junto al hogar, “se encontraron fragmentos de tres piezas de piedra caliza, trabajadas con gran precisión” que, al juntarse, formaban una especie de cilindro con un marco saliente (…) y un agujero central…” que, en la interpretación de Taramelli, podría constituir “el soporte de una mesa, de un altar doméstico vinculado a un culto asociado con la preservación del fuego” (…omissis). La excavación del nuraghe Palmavera por Taramelli constituye efectivamente la primera exploración de un nuraghe realizada con criterios científicos, evidentemente reportada a principios de siglo. De hecho, no solo el excavador procedió con un método estratigráfico, distinguiendo la sucesión de niveles culturales – ciertamente el “nivel primitivo” del periodo nurágico debió haber sido más articulado – dejó testimonios de control, describió tanto las arquitecturas como los materiales encontrados con precisión, estuvo atento a las asociaciones, sino que también se preocupó por adquirir de los materiales toda la información que otras ciencias pudieran ofrecerle” (…omissis). “Este edificio,” afirma Taramelli, “con su compleja disposición, con la cuidadosa estructura del contrafuerte, con la hábil distribución de las escaleras, el corredor de entrada, el patio, y las áreas de almacenamiento, reveló claramente las características de un edificio habitado y frecuentado, dentro del cual se podía circular con seguridad y almacenar una cantidad considerable de material: al mismo tiempo, la altura de las paredes, su robustez, la difícil comunicación con el exterior, como las saeteras de la torre, los múltiples y complicados sistemas de cierre en la entrada, mostraron la preocupación de hacer la entrada lo más difícil y peligrosa posible para el asaltante. El carácter residencial, evidente en las estructuras del edificio, también fue vívidamente confirmado por los materiales proporcionados por la excavación.”
Las fotos del nuraghe Palmavera, en Alghero, son de Sergio Melis.