En el lejano 2001, un artículo publicado en la revista “Archeologia Viva” mencionaba a la Esit – Agencia de Industrias Turísticas de Cerdeña – como promotora de una campaña de excavación en el sitio del nuraghe Mannu en Dorgali, con la crucial participación de voluntarios y la administración municipal, que se encargó de las necesidades logísticas de los participantes.
El periodista, recordando que tales experiencias se habían llevado a cabo en Cerdeña durante seis años, escribió en particular lo siguiente:
“Casi todos nos escriben cuando regresan a casa, y estas son cartas llenas de nostalgia, de momentos que uno desearía que fueran interminables, donde la experiencia arqueológica, aunque fundamental, termina por convertirse, con razón, en un componente de la vida, junto con el descubrimiento de la cultura, el entorno y el espíritu sardo, en resumen, del ‘continente’ Cerdeña, completamente inimaginable para quienes no lo ‘experimentan’ desde dentro.
Y así, con el tiempo, las excavaciones continúan en la ventosa Gallura, en el Sulcis nurágico y púnico, en la ‘dura’ Barbagia, pero esta nueva relación con la isla también se está extendiendo, de personas (ahora cientos y cientos) que descubren el valor pleno de un intercambio entre su propio mundo social y cultural, que cada uno lleva dentro de sí, y la realidad de una isla, vista de otra manera como uno de los habituales puntos turísticos de ‘mordida y fuga’.
Pero son los propios sardo quienes quizás más ganan con todo esto. Y no hablo de los beneficios obvios en términos de imagen y promoción de su tierra. Me refiero a las sorprendentes transformaciones que ocurren en la relación entre las comunidades locales y su patrimonio. Los tiempos en que los montones de piedras de antiguas ruinas se veían como canteras de materiales de construcción o lugares de probables tesoros por descubrir y vender no están tan lejanos, ni han terminado del todo – aquí como en otros lugares. Ahora somos testigos de comunidades participando en la investigación, no solo institucionalmente con la implicación de sus administraciones en la logística de las excavaciones, sino con la presencia aún más significativa de ciudadanos individuales, a menudo grupos enteros de estudiantes del pueblo o ciudad, que se arremangan, y esta vez para defender y realzar la riqueza de la memoria común…”
Un buen resultado y un debido reconocimiento a la Esit, ese organismo instrumental del Departamento Regional de Turismo que fue quizás suprimido demasiado apresuradamente. Pero sobre todo, un ejemplo virtuoso de colaboración entre lo “público” y lo “privado” y también del adecuado recurso al “voluntariado”.
También se puede decir que la elección del nuraghe Mannu – que fue objeto de la intervención prioritaria y más exigente – fue ciertamente encomiable por la ubicación del monumento entre el mar y las montañas, excelencias absolutas del territorio sardo.
Pero fue principalmente coherente con la necesidad de promover un tipo de turismo desestacionalizado (o desestacionalizable) centrado principalmente en la valorización y promoción de un patrimonio arqueológico/cultural que, debido a su singularidad y originalidad, debe necesariamente ser considerado como el principal atrayente de una demanda turística ya globalizada.
Respecto a este nuraghe, revisitemos un pasaje de la descripción encontrada en el sitio web de la cooperativa Ghivine:
“Las primeras noticias relacionadas con el Nuraghe Mannu provienen de A. Taramelli, quien exploró el monumento por primera vez en 1927. La zona, rica en una enorme cantidad de bloques de basalto perfectamente trabajados y cuadrados, está caracterizada por el Nuraghe que, a pesar de su nombre, es una única torre de modestas dimensiones, construida con grandes bloques de basalto poliedros dispuestos en filas irregulares, posicionados contra la ‘Codula di Fuili’, en una extraordinaria área como mirador sobre todo el Golfo de Orosei. La entrada, orientada al este, está coronada por un dintel irregular sobre el cual se conservan dos filas de bloques y una ventana de descarga relacionada; un corredor cubierto con piedras planas conduce a una cámara de forma elíptica que conserva dos grandes nichos elevados. En el corredor, hay un hueco de escaleras de forma elipsoidal que conducía a la terraza superior. Rodeando el Nuraghe hay una inmensa aldea que ocupa varios hectáreas, en parte cubierta por colapsos y una densa maleza de árboles de lentisco que enraízan entre las estructuras de mampostería.”… “La excavación ahora muestra claramente el aspecto de una verdadera ciudad, cuya historia deberá ser explorada tanto ampliando la exploración a otras áreas ya delineadas alrededor del nuraghe como investigando las capas nurágicas subyacentes más antiguas para obtener una lectura de cualquier fase de abandono y reutilización y, sobre todo, para entender las causas…”.
Las fotos del complejo arqueológico del Nuraghe Mannu, en Dorgali (Cala Gonone), son de: Maurizio Cossu, Andrea Mura- Nuragando Sardegna y Diversamente Sardi.