“El plateau de Serri se presenta, en términos arqueológicos, como un lugar particularmente sagrado para el culto. De hecho, entre las construcciones descubiertas allí, las dos más importantes tienen, aunque en diferentes medidas, un carácter cultual. No son edificios similares, ni del mismo tipo; más bien, son de tipos completamente diferentes, cada uno con un plan y una configuración especial, indudablemente relacionados con los diferentes propósitos prácticos para los que estaban destinados. Uno es un recinto circular cerrado por una robusta pared megalítica, que mide casi once metros de diámetro inferior, y está perforado por una puerta que se abre al sur. Las secciones inferiores de la pared permanecen en pie, hechas de grandes bloques de basalto, hasta una altura de uno a dos metros…” “…Inmediatamente a la izquierda de la entrada se encuentra un gran recipiente monolítico de traquita, ahuecado en la parte superior en forma de un amplio cuenco, que estaba destinado a contener el líquido para las lustraciones preliminares…” “…El cuenco lustral y el altar quizás se alinean mejor con la idea de una asamblea que se reunía aquí para deliberar mientras tomaba auspicios, y a veces se transformaba en un tribunal solemne…” “…El edificio puramente y exclusivamente cultual, de hecho el verdadero templo, es en cambio la otra construcción de S. Vittoria. Es una cámara circular de fina manufactura, con una cúpula puntiaguda, con un diámetro de base de más de dos metros, rodeada por una pared circular muy robusta, de la cual dos brazos rectos y paralelos se extienden hacia el sur, flanqueando un espacio cuadrangular que sirve como vestíbulo. La cámara se hunde aproximadamente tres cuartos de su altura por debajo del nivel del vestíbulo: una escalera de piedra de trece peldaños lleva del vestíbulo al fondo de la celda, que se forma por una especie de cuenco ahuecado en el basalto de la roca…”
(Reimpresión del volumen de Raffaele Pettazzoni: “La Religione primitiva in Sardegna” -1912-. Delfino Editore 1993).
Dibujos tomados de la citada reedición del libro de Pettazzoni. Fotos de Maurizio Cossu, Bibi Pinna, Valentino Selis, Marco Cocco, Sergio Melis y Francesca Cossu.