“Capichera” es un nombre de lugar conocido particularmente por la producción de un excelente Vermentino. Sin embargo, esta área geográfica del municipio de Arzachena merece una gran consideración especialmente por la presencia de un complejo nurágico llamado “La Prisgiona.” El nuraghe ha sido excavado e investigado magistralmente por la arqueóloga Angela Antona, quien señala especialmente cómo se erige como una presencia dominante y controladora sobre un territorio de varios kilómetros cuadrados, presentando dimensiones, complejidad estructural y recursos arquitectónicos que revelan su papel prominente dentro del sistema territorial relevante.
En un artículo publicado en la edición de mayo de 2009 de la revista Bell’Italia, Aldo Brigaglia describe el asentamiento: “Hay gigantes que permanecen en silencio durante milenios y luego, un buen día, despertados por quien sabe qué hechizo, deciden hablar y revelar los secretos que han mantenido ocultos durante tanto tiempo. Este es el caso del nuraghe La Prisgiona en Arzachena: un gigante de piedra que, hace apenas unos meses, gracias a las excavaciones iniciadas por la Superintendencia de Sassari y llevadas a cabo con meticulosa paciencia y rigor científico por la arqueóloga Angela Antona, está desvelando muchos de los misterios que hasta ahora han rodeado la singular historia de la civilización nurágica. Expertos y académicos siempre han estado ansiosos por desentrañar los misterios de una civilización que duró casi 1,500 años (desde 2000 hasta 500 a.C.) sin dejar ninguna forma escrita para que la posteridad conociera e interpretara, sino solo las grandiosas construcciones de piedra, los evocadores monumentos funerarios, y las miles de estatuillas de bronce que representan personajes y situaciones. Las excavaciones en La Prisgiona están proporcionando contribuciones extraordinarias al conocimiento, ofreciendo nueva información sobre las razones del asentamiento, la magnificencia de la arquitectura, la compleja sociedad que evolucionó allí, y las formas de economía que la sostenían.
En su apogeo, entre 1200 y 1000 a.C., la civilización nurágica pobló todo el territorio insular, erigiendo sus construcciones en formas cada vez más majestuosas y complejas, hasta que asumieron la apariencia de verdaderas fortalezas. El nuraghe ya no es solo un asentamiento puntual sino una herramienta para organizar y controlar el territorio. El dominio de las técnicas metalúrgicas, la riqueza y variedad de producción, y el comercio dinámico dan testimonio de la prosperidad de la isla, que no está cerrada sobre sí misma sino que interactúa con otras civilizaciones mediterráneas, especialmente la micénica, de la cual recibe contribuciones y estímulos determinantes. Gallura había sido considerada durante mucho tiempo ajena a estos desarrollos. Sin embargo, las excavaciones actuales están confirmando que esta área estuvo plenamente involucrada en los eventos culturales del resto de la isla.
Cerca de La Prisgiona, ya se conocían varios monumentos nurágicos de gran importancia y belleza excepcional: el nuraghe Albucciu, las tumbas de los gigantes de Coddu ‘Ecchiu y Li Lolghi, la necrópolis de Li Muri, y el templo de Malchittu. Un extenso pueblo compuesto por unas cien cabañas circulares ha emergido ahora alrededor del nuraghe (aunque la parte del asentamiento situada al noroeste del nuraghe aún queda por explorar). El nuraghe está en el centro, situado en un espolón de granito: consiste en el mastio y un bastión con dos torres, y tiene un patio interior con un pozo de ocho metros de profundidad, aún activo hoy en día. Las construcciones sirven para diferentes propósitos más allá de la simple habitabilidad, indicando la realización de actividades en las que se basaba la economía del pueblo. Los restos de granos y piedras de molino hablan del cultivo y almacenamiento de cereales producidos en la llanura circundante. Las habitaciones designadas para actividades artesanales, como la cerámica, indican la realización de nuevos modelos organizativos para el trabajo y la producción.
Entre los objetos más interesantes encontrados dentro del nuraghe y las cabañas se encuentra sin duda una serie de jarras askoides: análisis cromatográficos de gases recientes realizados sobre muestras de este tipo han confirmado que contenían vino, apoyando la hipótesis – presentada por varios académicos – de que el cultivo de la vid era un conocimiento antiguo en Cerdeña, mucho antes de la llegada de los fenicios (a quienes la literatura tradicional atribuye la introducción de la planta en la isla). La cerámica de uso común (estufas, perros de fuego, ollas, bandejas, tarros, cuencos y tazas) y objetos para el hilado de lana reconstruyen escenas de la vida cotidiana. Los huesos de ganado, cerdos, y especialmente ovejas y cabras confirman las actividades ganaderas, que debieron constituir la base principal de la economía. Restos de aves y jabalíes, conchas, y huesos de pescado revelan lo que comían los habitantes: desde productos agrícolas y pastorales hasta aquellos obtenidos de la caza, la pesca, y la recolección a lo largo de las costas del mar.”
Las fotos del complejo nurágico La Prisgiona son de Andrea Mura-Nuragando Sardegna, Marco Cocco, y Bibi Pinna. La tumba de gigantes de Coddu Ecchju es capturada por Lucia Corda y la de Li Lolghi por Marco Cocco. En las tomas respectivamente de Andrea Mura-Nuragando Sardegna, Franco Serreli, y Marco Cocco: el nuraghe Albucciu, el templo nurágico de Malchittu, y la necrópolis de Li Muri. Todos los monumentos mencionados están ubicados en el territorio de Arzachena.